La necesidad de la humanidad de almacenar información ha existido desde siempre, pero la forma de hacerlo y las necesidades han ido cambiando, dando lugar a diferentes sistemas de almacenamiento de información que han evolucionado hasta convertirse en las bases de datos que conocemos hoy en día, pero ¿Qué es exactamente una base de datos?

¿Qué es una base de datos?

Podemos definir una base de datos como un conjunto de información almacenada de forma organizada que posee una estructura apropiada para su posterior manipulación.

Si lo piensas fríamente, un archivador con un montón de documentos ordenados alfabéticamente bien podría encajar en esta definición. Y es que, originalmente así era. 

Hace años la información se almacenaba en documentos físicos de papel que se guardaban en armarios archivadores, que a su vez ocupaban grandes cantidades de espacio en salas (Piensa en una biblioteca, si no eres muy joven seguro que sabes de lo que hablo).

Cuanto mayor era el volumen de información, más espacio ocupaba y más compleja se volvía la tarea de tener que consultarla posteriormente.

No solo ocupaban grandes cantidades de espacio, sino que se volvía imprescindible manipular los documentos físicamente cada vez que se necesitaba realizar una consulta, lo que hacía imposible compartir la información de forma sencilla con otras personas que no se encontrasen en la misma ubicación.

Con la llegada de los medios digitales, los soportes empleados para guardar toda esta información empezaron a cambiar. 

Primero se emplearon sistemas de tarjetas perforadas. Posteriormente aparecieron las cintas magnéticas y comenzó a almacenarse la información en estos dispositivos.

Pronto empezaron a almacenarse los datos en ficheros relacionados. La idea era exactamente la misma que los ficheros físicos, solo que ahora ocupaban mucho menos espacio, y gracias a la programación se podía consultar la información mucho más rápido, pero seguía siendo una solución que generaba bastantes problemas (programación compleja, duplicación de datos, falta de independencia entre los ficheros y las aplicaciones, formatos de ficheros incompatibles con los lenguajes usados, control de accesos concurrentes complejo, etc.).

Con el paso del tiempo la cantidad de información almacenada fué creciendo (y sigue haciéndolo), por lo que se volvió imprescindible continuar evolucionando los mecanismos que permitían el almacenamiento y posterior manipulación de la información. 

Poco a poco las bases de datos evolucionaron a estructuras con forma tabular que almacenan la información organizada en filas y columnas, además de relacionarla entre sí.

A esto, hay que sumar la aparición de unas aplicaciones que solucionan todos los problemas derivados de la manipulación de ficheros y optimizan la forma en la que se trabaja, es lo que hoy conocemos como sistemas gestores de bases de datos (SGBD).

Además, se desarrolló un lenguaje estándar que permite consultar y manipular la información almacenada en estas estructuras, lo que soluciona el problema de la incompatibilidad.

La aparición de estos sistemas de bases de datos trajo consigo multitud de ventajas frente a los clásicos ficheros:

  • Independencia física-lógica (entre los datos almacenados y los programas)
  • Reducen notablemente la duplicidad de datos
  • La integridad de los datos está garantizada
  • Permite el acceso simultáneo por varios usuarios
  • Se pueden realizar consultas complejas de datos combinados de forma sencilla
  • Mejora la seguridad y permite restringir los accesos
  • Simplifica la realización de copias de seguridad

Hoy en día los sistemas de bases de datos siguen evolucionando para adaptarse a las actuales demandas de las empresas y al exponencial crecimiento de la información.

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